Muchas sendas hollé, muchos caminos
solicitaron el afán creciente.
de contrastar los usos de la gente
y confundirme con los peregrinos.
Mezclaba los sabores de los vinos
en cada clima caprichosamente,
y yo no sé si ello fue prudente
o si mis pasos fueron desatinos.
Había que buscar la ruta cierta
y ceñir el desborde con el dique.
Volví cansado, procuré la puerta . . .
Y déjame, poeta, que lo explique
como quien se despoja y se liberta:
tú estabas a la puerta, claro Enrique.
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