El patriarca temblando sacudía el universo.
Isis, la Madre, al fin se levantó del lecho,
hizo un gesto de odio a su feroz esposo,
y el ardor de otros tiempos brilló en sus ojos verdes.
«Miradle», dice, «duerme ese viejo perverso,
todo el hielo del mundo por su boca ha pasado.
Cuidado con su pie, apagad su ojo bizco,
es rey de los volcanes y dios de los inviernos».
«El águila ha pasado: Napoleón me llama;
he vestido por él el manto de Cibeles,
soy esposa de Hermes, soy hermana de Osiris…»
La diosa había escapado en su concha dorada;
el mar nos devolvía su idolatrada imagen,
e irradiaban los cielos bajo el echarpe de Iris.
Versión de Aníbal Núñez
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