Aunque siempre viviste
con préstamos de amor, por cuenta ajena,
tú también necesitas
mirar alguna vez la luna llena
a través de los árboles;
perder el poco tiempo que te queda
buscando esa palabra
que significa todas las respuestas.
Te hace falta un milagro,
pero ¿en brazos de quién, qué primavera
vestirá lo desnudo
de esas cuatro paredes que te encierran?
Tú también eres noche,
ardiente oscuridad. Un hombre llega
tan sólo para darte
esas buenas razones de su ausencia.
No hace falta que pidas
más préstamos de amor a quien se acerca
procurando, inmutable,
que no termines de pagar tu deuda.
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