Viejo y panzón, más cojo que Vulcano,
probó el pan del apóstol Iscariote,
y hoy que el hambre le seca hasta el cogole,
le excluyen del festín republicano.
Pobre exsoldado, exhombre, exmejicano
va para muerto caminando al trote;
de su cuerpo gastado perdió un lote,
y el resto morirá, si falta grano.
En su abdomen ingente hay un vacío,
que torna cada tripa en catacumba:
una gula rabiosa le da brío;
pero al sentir que el hambre lo derrumba,
anhela hundirse en el sepulcro frío,
por comerse las tablas de su tumba.
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