Desde su alcázar de rubí fulgente,
de donde brota esplendoroso el día,
viéndote afable la sin par Talía
guirnaldas teje para ornar tu frente.
Allá en su pecho conmovido siente
albergarse profunda simpatía;
y al ver tu empeño que brillar ansia,
¡es mi hijo! dice, con delirio ardiente.
Sigue, artista atrevido, a los altares
de la gloria subiendo sin cuidado,
con faz altiva y luminoso vuelo;
y aunque no llegas de lejanos mares,
exclamaré de orgullo circundado:
también hay genios en mi patrio suelo.
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