Dicen que es tu alma, noble Clementina,
ardiente y pura como luz febea,
que la gloria del ángel centellea
en tu mirar de fuego, que fascina.
Dicen que el ave que en el bosque trina
te dio su voz con que el mortal recrea;
dicen, en fin, que excede a toda idea
tu hermosura suprema, que domina.
Ya que formas un tipo sin segundo,
ven a brillar al mexicano suelo,
aunque entre sombra, con dolor profundo,
quede sin ti Jalapa en desconsuelo,
cual quedara sin luz el ancho mundo,
cual quedara sin Dios el claro cielo.
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