A veces Henry tuvo algún dinero
e invitó a sus-camaradas,
de un sexo o de dos, inteligentes
o encantadores, o ambas cosas a la vez,
los que dijeron, quizás sí,
pero como hizo él, vinieron y se fueron,
y no llegaron a ser mucho.
Del mismo modo otras veces Henry,
se irguió con coraje pagano, en arrebatada pareja,
con el huraño amigo que lo acompaña,
frente a las -según el mismo Henry, pacatas,
gentes de otra generación-
Que llenan las formas y se callan de sus asuntos.
A los que proclaman con un gesto augusto,
en el éxtasis austero del justo,
que «estamos viviendo unos tiempos infames».
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