Es plateada y violenta, suele apagar las luces
detrás de los que salen de las piezas.
La silla que se inclina y la dama de noche
conversan de presagios
una voz de comadre sentenciosa
sabe darle esa aureola de autoridad doméstica
llegar al corazón de las carnes más tiernas
recoger los oficios para hacerlos cantar
y rezar y besar, tiesos libros de nácar
medallas que pendieron de los pechos visibles
de sus antepasados
o pequeños recuerdos que alguien llevará atados
en la piel que recubre la emboscada.
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