Al fin y al cabo sólo existe esta sombra harapienta
a donde me han condenado
sin dolor y sin queja
donde golpeo mi leña y trituro mi pan
y recojo mis huesos dispersos
allí allí
de donde vuelvo con mi pedazo de muro.
Añadir un comentario
Al fin y al cabo sólo existe esta sombra harapienta
a donde me han condenado
sin dolor y sin queja
donde golpeo mi leña y trituro mi pan
y recojo mis huesos dispersos
allí allí
de donde vuelvo con mi pedazo de muro.