Nuestras dos almas se han confundido
en la existencia de un ser común,
como dos notas en un sonido,
como dos llamas en una luz.
Fueron esencias que alzó un exceso,
que alzó un exceso de juventud,
y se mezclaron, al darse un beso,
en una estrella del cielo azul.
Y hoy que nos hiere la suerte impía,
nos preguntamos con inquietud:
¿cuál es la tuya? ¿cuál es la mía?
Y yo no acierto ni aciertas tú.
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