Reina en el cielo. ¡Sol!, reina, e inflama
con tu almo fuego mi cansado pecho!
sin luz, sin brío, comprimido, estrecho,
un rayo anhela de tu ardiente llama.
A tu influjo feliz brote la grama;
el hielo caiga a tu fulgor deshecho:
¡Sal, del invierno rígido a despecho,
rey de la esfera, sol: mi voz te llama!
De los dichosos campos do mi cuna
recibió de tus rayos el tesoro,
me aleja para siempre la fortuna:
bajo otro cielo, en otra tierra lloro,
donde la niebla abrúmame importuna…
¡Sal rompiéndola, sol, que yo te imploro!
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