Algunas piedras de un collar del dios (3) de Tomás Segovia

Tu grupa blanca y ciega se remueve
Bajo la seriedad de las caricias
Tu inquieta grupa zalamera
Entrevero de fiebres y de fríos

Tu grupa de molicie inaplacada
Nudo vivaz y obtuso de tu cuerpo

En el coloquio a oscuras de las pieles
Le prestamos al mundo nuestra carne
Para que inscriba en ella sus musitaciones

Tu grupa sensitiva gesticula
Bucea perseguida y habitada
De una mudez que se debate en muecas

En su estertor no logra articular
La voz con que decirnos
Que es con nuestra mudez con la que calla

Tu tierna grupa inerme desfallece
Y una inaudible oscuridad del mundo
Viene a explayarse en su masa sin nombre

Pero también allí reconocemos
La inalcanzable voz que nos habita
La eternamente a punto de irrumpir en palabras
Que va dormida entre los brazos
De un despertar

Palpita entre los dos lo que nos funda
Entre las sombras somos una mirada en blanco
Para ver la ceguera que nos borra
Pues también son nuestras las caricias
Que no saben qué dicen

También nosotros el espasmo ignaro
Que no aprendió a reconocer su rostro
Somos también nosotros impensables
Los que allí estamos mudos de la voz de un dios

La voz huracanada que nos calla
En las palabras que nos dan la espalda
Vueltas a su sustancia intraspasable

Y en el beso que olvida nuestros ojos
Para mirarse en la piel de los labios.

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