Tu breve chispa de eternidad tiene apetito de sombras.
Escala la fuerza un torbellino entre cálidas cinturas.
Acorta el encuentro de epitafios insensatos. Remoja
el jade limpio de tus ojos. Anochece las hechuras
que el fuego labró en los decisivos escombros de tu boca.
Sobre el sudario del instante el amor vuelca sus espumas.
Mañana el fulgor de otra tibieza será la bienvenida.
Mañana otra ciudad de viento moverá nuestras cenizas.
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