Cuando inabarcable tu voz se cumple como el primer día
no es palabra esa voz, no tiene rostro de oscilante esfinge:
es turbulencia coloidal de apetitosas llamas químicas,
masa de lo mutante en su amargor confuso que repite
la selva de sus vivientes aguaceros, las desvalidas
formas de su vértigo y el pasmo del tacto que las ciñe.
De cuerpos se llena la muerte, de un helado beso el río
nos funde eternizados: figura, danza, humedad, olvido.
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