Levantarse y oír
correr el agua en la ducha,
el hervor del café.
Subir la persiana
y ver huir dos pájaros.
Salir a la calle
y notar el viento en el rostro.
No es diferente lo que hallas
afuera: un vallado, rosales
que rebrotan, una fila
de moreras en la acera contraria.
Algo que tú ya conoces,
nada que presagie peligros
ni emboscadas,
aunque pienses si el amor
o la muerte
rondan, hoy,
tras tus pasos.
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