Recuerdo: gaviotas deslizándose sobre un oscuro cielo
de melancolía masculina.
Sosegado habitas tú a la sombra del fresno otoñal,
y absorto en las formas de la colina
desciendes por el verde río cuando reina la tarde,
melodioso amor:
apaciblemente te busca el oscuro venado,
y un hombre rosado. Ebria de viento azul
roza la frente el follaje agonizante
mientras recuerdas el rostro adusto de la madre;
Oh, cómo se hunde todo en lo oscuro;
las lúgubres habitaciones y los viejos utensilios
de los ancestros conmueven el pecho del extranjero,
Oh, signos y estrellas.
Grande es la culpa del que ha nacido.
Ay, dorados escalofríos de la muerte,
cuando el alma sueña flores más frescas.
Siempre grita en las ramas desnudas el ave nocturna.
Al paso de la luna
suena un viento helado en los muros de la aldea.
Versión de Helmut Pfeiffer