Alguien tiene que sentarse a mirar lo que sucede
en esta ciudad presumida.
El poder ciego permite el avance de estatuas desgraciadas.
Los pájaros regresan del invierno como hatos de luz.
El décimo día de noviembre
gauchos amanecidos fuera de las pampas
hacen retumbar galopes por los suburbios.
En menos de lo que canta el gallo
la codicia que habita las fronteras
produce una traición.
Y ya se aguarda a los viajeros de todos los veranos
que llegan atravesando los cielos o el mar.
Como un río la vida sigue su propio curso.
Nieva en primavera.
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