Bendíceme, Madre,
azulada nieve de cada día.
Amanéceme
y fecunda el olvidado dintel de la ventana
de este mundo.
Y junto al fuego frío,
bendice este incendio infinito.
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Bendíceme, Madre,
azulada nieve de cada día.
Amanéceme
y fecunda el olvidado dintel de la ventana
de este mundo.
Y junto al fuego frío,
bendice este incendio infinito.