Hoy en la calle sola,
cayendo a plomo el sol en las veletas,
comprendí que la vida
a veces abre heridas que no cierra.
Venía de lo suyo.
Yo iba a lo mío por la misma acera.
Pero hacía tantos años,
tantos recuerdos que dejé de verla,
que fue verla y sentirme
como alfileres dentro de las venas,
como una mano que oprimiera el cuello
y me pusiera la saliva seca.
Fue subirme a la boca
una palabra tonta, una cualquiera,
fue hacer un gesto absurdo con la mano
mientras pasaba, amor antiguo, ella.
No fue buscarla. No.
No fue decirla, ni quererla.
Venía de lo suyo
y cruzó por lo mío, viva, muerta.
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