Todos se fueron ya porque es otoño
y apagaron la luz de los pasillos,
dejaron un silencio como niebla
en el jardín sin signos de verano.
La luna es grande y blanca en la ventana,
la luna es la farola de esta noche
de lunes, larga, larga, casi un río
de sueño y de infinito, casi miedo.
Aquí se oye el mar como un silencio
que no quisiera ser, como las hojas
de un viento que remueve la memoria.
Se oye el mar y es parte de esta casa,
la única con luz en la ventana
que da a los bares tristes y vacíos.
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