Vengo por vos
a decirte que Madrid es pequeño
porque es grande tu amor.
Me gustó Sintra en Portugal
pero no me robó los ojos.
Aquí estoy, Cantarely,
con mi boleto del metro sin caducar,
con un boleto de avión adelantado
y los deseos de abrazarte las esperas diarias.
Aquí estoy
en el tercer mundo,
pero a priori en cada pensamiento;
con mis sueños Gaudianos entre tus manos.
Aquí estoy
mirando de cerca el camino de nuestra utopía,
tocando la sonrisa con mis versos;
con el olor de estos meses de extrañarnos.
Te traje arena nocturna de Cascais,
piedras de Italia, relojes de sol de Toledo,
dragones de Segovia, silencios del valle de los caídos,
y noches eternas sin ver el mar en el que surfeo contigo.
Aquí estoy
con mi documento de residencia vigente
y los pasos por los museos y palacios
para dejar que me escribas novelas en la espalda;
para crecer en las tardes de tu filosofía dialéctica
De regreso.
Aquí estoy con el protocolo del diccionario
desnudo, abierto
Aquí estoy con el frío del invierno europeo
ardiendo junto a vos.
Aquí estoy con la aventura de irme
como un cuento.
Aquí estoy con mi exdirección en la calle Santa Engracia
sin necesidad de mapas, ni brújulas
yendo hacia vos.
De regreso a los besos que me besan
los besos de regreso.
Aquí estoy sin las ocho horas adelantadas,
de regreso.
Dejando que me desnudes los sueños
en la habitación de Van Gohg.
Aquí estoy de Roxana T. E. Beltrán Velásquez
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