Asi exclamaba atónita, y suplIa
Lo que a la voz faltaba con el lianto,
Y otra vez y otras mil mi pecho herIa.
Y por si no me oyeras cuando tanto
Distabas ya de ml, porque me vieras
Los brazos agitaba en mi quebranto.
También un blanco lienzo, en mil maneras,
Presto a un palo movI, porque mi olvido,
Mirándolo ondear, luego advirtieras.
Cuando de vista en fin te hube perdido,
Mi ilanto comenzó, que antes habIa
Mis ojos el dolor entorpecido.
cQué pudieron hacer cuando no via
Tu ingrata nave ya, hombre inhumano,
Sino tristes liorar la pena mIa?
Vagaba a veces sola por el ilano,
Esparcido el cabello, cual vacante
A quien furor inspira el dios tebano.
A veces, en la mar fijo el semblante,
Sobre la dura roca me sentaba,
A la roca en lo inmóvil semejante.
iY cuántas layl al lecho que abrigaba
A los dos acudI, que ya desierto
No habla de exhibir Jos que guardabal
En él, en vez de tf, tu rastro yerto
Toco, pues más no puedo, do conmigo
El abrigo buscaste de concierto.
Bésolo entonces y ilorando digo:
‘Por qué, lecho cruel, cual corresponde,
Si aquI estuvimos dos, sola yo sigo?»
«Dos vinimos a ti por qué, responde,
Si dos vinimos, solo guardas una?
DOnde Teseo está, pérfido, dOnde?»
Qué hare? Z dOnde ire sola? AquIninguna
Persona habitará: no hay, que yo yea,
De las obras del hombre huella alguna.
Do quier la tierra vasto mar rodea,
Asi exclamaba atónita y suplia de Anastasio de Ochoa
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