Baja en tierno follaje la colina:
como un cuadro verdoso, adormecido,
que sanase mis ojos que han ardido,
y en los que el fuego del furor declina…
¡Ven, de blanco y del alma del follaje!
Que las ramas tu fina mano aparte.
¡Oh ven! Mis ojos quieren desposarte,
duplicar, virgen, tu serena imagen.
De la zarza ofuscada un asta esquiva
¡cuán delicada te besó en la yema
como una lágrima de rosa viva…
Leve la falda… El aire la menea…
¡Ven! ¡De blanco! ¡Del alma de los árboles!
Alma de genio, carne de camelia…
Versión de Amador Palacios
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