Balada de Claribel de Franz Tamayo

En la desolada tarde,
Claribel,
Al claror de un sol que no arde,
Claribel,
me vuelve el amante alarde,
aunque todo dice «es tarde
Claribel».
Lleva en sus alas el viento,
Claribel,
tu nombre como un lamento
Claribel,
y en vano mis ansias siento
volar tras aquel concento,
Claribel.

Voz con que pía la ausencia,
Claribel.
saudade, canora esencia,
Claribel!
Añoranza, transparencia
que la ausencia hace presencia,
Claribel!

Mar profundo y alto monte,
Claribel,
¿Es posible que tramonte,
Claribel,
tras el húmedo horizonte,
y que las nieves remonte,
Claribel?

El tiempo es por siempre ido,
Claribel,
y eres quizás toda olvido
Claribel!
Mas yo, iluso descreído,
aun pienso que me has querido,
Claribel!

El pan amargo en que muerdo,
Claribel,
hecho está de tu recuerdo,
Claribel!
Y el pasado nada cuerdo
es un sueño en que me pierdo,
Claribel!

Oh mañana azul y rosa,
Claribel,
en que té ví mariposa,
Claribel!
Reina y mujer, niña y diosa,
oro, nácar, nieve y rosa,
Claribel!

Cantaba en el aire un ave,
«Claribel».
suave cual la suave
Claribel.
Y unía el plumado clave
dulce risa y lloro grave:
Claribel!

Una música escondida,
Claribel,
Eres por siempre en mi vida,
Claribel.
Maná de mi eterna herida
lecho rosa y luz florida:
Claribel!

Vierte mi labio un perfume:
Claribel,
musgo y clavel que resume
Claribel.
Mirra que eterna zahume,
Óleo que no se consume,
Claribel!

Tu nombre dulce y cruel
Claribel
Sabe a fresa e hidromiel
Claribel
Son de encantado rabel
Hay un sortilegio en él,
Claribel

De un nigromante el compás,
Claribel,
Trazó en mi alma «nunca más Claribel».
Y así a mis ojos jamás
Como el alba volverás,
Claribel!

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