Ay, Valencia, capital del olvido
Luis Fernández
No sé si aún te acuerdas;
tenías dieciocho.
Estábamos en casa de un amigo,
en un atardecer del mes de junio.
Bebidos por completo,
buscamos la frescura del balcón.
Valencia era un paisaje de patios interiores,
de grises derrotados.
Un paisaje secreto,
un paisaje tristísimo,
una belleza sórdida,
como una obra de Buero
o la modulación
de un lamento alargado.
Entonces sí gozábamos del tiempo.
No hemos vuelto jamás a aquella casa.
Ni el dueño nos saluda.
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