¡Ay! ¡Ay!
Somos una gran bestia salvaje
que vive de miles de millones de células:
se llaman hombres.
A veces -¡Ay! ¡Ay!- a miles los contrae,
manda a veintidós de ellos al campo
y coloca a los otros alrededor en amplio óvalo.
Con vehementes contracciones la ola
recorre las células y tras mucha batahola
la bestia en hordas las expulsa.
A veces -¡Ay! ¡Ay!- a millones las arrastra,
chillan hasta resquebrajarse la tierra y
violentamente una pata sucia
y sus pretensiones levantan.
Pero cuando sus habladurías se derrumban,
entran a gatas por pasillos, tubos,
cavernas, tierra, Rijmenam,
donde cada uno piensa de sí mismo:
yo, lo otro es mierda, es mundo
y eso tiene menos… ¡no!,
no tiene ninguna importancia.
¡Ay! ¡Ay! – ¡Ay! ¡Ay! Que sean
tres veces: ¡Ay! ¡Ay!