De lana viste la vecina ruda;
hay mujeres que lucen sedas, oro;
otras, con hojas cubren su decoro;
otra, las flores con primor anuda.
Yo no quiero vivir sino desnuda.
T ámame, amante, como voy. Adoro
de joyas y damascos el tesoro,
mas, no a Bilitis una gasa escuda.
Son mis labios de un rojo sin ardides;
es negro mi cabello, sin tocado,
flota libre en mi frente un solo rizo.
Una noche de amor así me hizo
mi madre. Tómame cual soy, amado:
mas, si te gusto, dímelo… no olvides.
Versión de Enrique Uribe White
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