Blanco marfil, en ébano tallado;
suve voz indignamente oída;
dulce mirar -por quien tan larga herida
traigo en el corazón- mal ocupado.
Blanco pie por ajeno pie guiado,
oreja sorda a remediar mi vida,
y atenta al son de la razón perdida,
lado -no sé por qué- junto a tal lado;
raras, altas fortunas, ¿no me diera
la Fortuna cortés durar un hora
de alto bien desde vos reparte
o el sol, que cuanto mira, orna y colora
no me faltara aquí, porque no viera
un sol más claro en tan oscura parte?
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