Querido mío, Schopenhauer:
Ya no importa nada
el candente sello
con que nos marcaste el anca,
porque, hoy día, las mujeres
tenemos los cabellos
largos o cortos
y las ideas, quizás,
más largas que las tuyas.
Sin duda, yo comparto,
mi querido Schopenhauer,
mucho de lo que tú, sabio,
acuñaste como verdades dogmáticas,
y lo que es más, las uso
-con maestria de ti aprendida-
para demostrar lo contrario,
o sea: que animales de cabellos
cortos han tenido , también,
cortas las ideas,
que pontifican irónicos
contra nosotras las mujeres.
Porque, ahora,
maestro insigne Schopenahauer,
si pudieras enterarte,
te sorprendería saber
que a nuestros largos cabellos
-al perfumarlos- anudamos
ingeniosas frases contra ti
y los jerarcas del sexo que
valoran más su corto pene
que todas las ideas,
-cortas o largas-
que les crecen
en sus calvas cabezas.