Ven, muerte, tan escondida,
que no te sienta conmigo,
porqu´el gozo de contigo
no me torne a dar la vida.
Ven como rayo que hiere,
que hasta que ha herido
no se siente su ruydo,
por mejor herir do quiere:
assí sea tu venida;
si no, desde aquí me obligo
que el gozo que auré contigo
me dará de nueuo vida.
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