Cuando lo vi, al regreso,
el rostro entre las manos oculté.
Él me dijo: «No temas, nuestro beso
¿quién, quién lo pudo ver?»
«Nos vio la noche» -díjele- «y la luna;
nos vio el alba, de fijo;
las estrellas, también.
Se miraba en el lago la importuna
y al agua bajo los sauces se lo dijo».
«Lo contó el agua al remo
y el remo, a la barquilla;
y al pescador, la quilla.
Ahí no quedó todo, bien lo temo,
pues, ¡ay! el pescador lo contó a su mujer».
«Si la mujer lo dijo a una comadre,
ya lo sabrá mi madre,
hasta mi hermana,
y la Hélade entera, esta mañana.
Todos, hasta mi padre, ya lo habrán de saber».
Versión de Enrique Uribe White
Añadir un comentario