Quienquiera conocer al Amor y a su esencia,
su arco, su fuego, sus rasgos y su aspecto,
cuáles son sus maneras y qué es lo que desea,
lea estos versos: voy aquí a describirlo.
Es un placer repleto de tristeza,
es un tormento ornado de alegría,
un desespero donde siempre se espera,
un esperar que siempre desespera.
Es como una nostalgia de juventud perdida
es como polvo expandido en el aire,
es pintar en el aire, es pretender a una
coger el viento y blanquear un moro.
Es falsa risa y dolor verdadero,
tener herido el corazón sin lamentarse,
es volverse criado en lugar de señor,
es morir y nacer mil veces cada día.
Es cerrar a los amigos de la razón la puerta,
que triste languidece casi muerta,
para entregar la llave a la enemiga
que la recibe con el pretexto de ser amiga.
Es mil males por sólo una mirada
es estar sano y simularse enfermo,
es perjurar mintiéndose, y hacer
profesión de adular y complacer.
Es un gran fuego envuelto en poco hielo,
un bello juego relleno de falacias,
es un despecho, una guerra, una tregua,
un largo pensamiento, una palabra breve.
Es un por fuera disimular el gozo,
celando un alma que dentro solloza,
un mal tan agradable que uno anhela
consumirse por siempre en tan bello martirio.
Es una paz sin duración apenas,
es una guerra de combate extremado,
en donde el vencido recibe toda gloria,
y el vencedor no obtiene la victoria.
Es un error de juventud que elige
aun antes la prisión que la libertad.
Es un pensamiento que entre dudas no reposa,
y por objeto sólo tiene una cosa.
En fin, Nicolás, es amor unos celos,
una fiebre en un frenesí.
¿Qué mayor mal puede haber en el mundo
que tener por señor a una mujer?
Así, pues, para que tu corazón no caiga
bajo los lazos de tan sujeta ley,
si tú me crees, ten cuidado:
el arrepentimiento llega tarde.
Versión de L. S.