Deja a la tórtola andar
por la mañana perdida
y ensáyame otro cantar
que yo no puedo escuchar
esa canción tan sentida.
Por más que anime el contento
tu linda boca graciosa,
Emilio, mi pensamiento
halla muy triste ese cuento
de la tórtola amorosa.
Tengo el alma dolorida
y me arranca tal memoria
esa tórtola afligida,
que pienso que de mi vida
me estás contando la historia.
Sólo que en mi soledad
no tengo como tu amiga
alas, aire y libertad
para calmar la ansiedad
que el corazón me fatiga…
Pero dejémosla ir
por la montaña perdida;
no me tornes a afligir,
Emilio, con repetir
esa canción tan sentida.
El girasol más enano
se alza más que tu cabeza;
pues, me quieres con terneza
¡No vengas tú tan temprano
a aumentar, ¡ay! mi tristeza!
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