Desnuda en una queça,
lavando la fontana,
estaba la niña loçana,
las manos sobre la treça.
Sin çarcillos nin sartal,
en una corta camisa,
fermosura natural,
la boca llena de risa,
descubierta la cabeza
como ninfa de Diana,
miraba la niña loçana
las manos sobre la treça.
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