Es la piedra y el reino de la piedra
lo que sobre los hombres permanece de niño
escondí en esta tierra mi inocencia- después
de que la lluvia haya cesado. Aquí,
el águila no importa,
no importa la víbora ni el sarrio.
Sólo la roca aupada contra un cielo azulado
es lo que importa.
Preguntad por el río,
la nieve, por el hielo. Preguntad
por la vida yo la cogí por estos precipicios-
y nadie sabrá que responderos.
Es tan sólo la roca, lo repito,
lo que señala el valle y la vaguada.
El pueblo, monótono, se aburre,
se emborracha. No existe el horizonte. La roca,
esa mano de Dios petrificada, es la única señal
que al hombre aguarda.
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