Yo he de sentir en mi escollera
el miedo,
golpear por mis costados,
cuando partas.
Levantarás el ancla
enganchada en mi limo caliente,
y arrancarás un tiempo de latido
y soltarás amarras.
Escucharé que partes,
tu sirena, una espiral opaca,
silenciará la lumbre de mi cuerpo.
Escalofrío de nieve,
me quedaré distante con el rostro en nostalgia
de los muelles.
Será un desmayo largo, y estremecido al fin,
como un abrazo.
Eco en blanco,
yo no sabré hasta donde
te llevarán las aguas y los vientos.
Solo sabré que desgarraste
del minuto inicial de mi comienzo,
desde el impulso que generó mi germen,
desde la huella de mi pie viniendo.
Tierra firme,
me dormiré en las rocas de la orilla,
y alguna vez retornarán las olas
ondulando un mensaje de regreso.
Romperán sobre mí en voces tuyas
y tu espuma
ha de nevar mi noche,
y una caricia ausente, sigilosa
transitará mi sombra.
Yo he de saber entonces,
que en alguna parte
te has quitado tu ropa de viajero
y aquietaste tu mar
para evocarme.
Yo sentiré tu mano abierta al tiempo,
y el resignado olvido de tu carne,
y tu misterio.
Te sentiré fluyendo entre las horas ásperas,
y ha de traerme el aire
la canción acostada que me cantes,
ávido pasto,
por un suelo de cal que resquebraja.
Inhallado rumor,
ausente imagen,
fibra mordida en la oxidada punta de la lanza,
he de crecer al cielo
por captarte,
dispersaré en girones por el viento,
y anclaré en tus pupilas,
y has de saber entonces,
que yo parto.
Canto a tu distancia de Matilde Alba Swann
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