Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.
Soy como tú,
de piel morena, oscura, oscura,
con estrellas heridas por adentro
y por fuera sudor, cáscara ruda.
Tengo la sangre hirviendo
como un sinuoso trueno derramado;
tengo las manos ásperas
como herramientas duras y soleadas;
tengo los ojos lúbricos
como lúbricas raíces.
Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.
Te vi ayer en el Norte;
vi en el Norte lo mismo, el mismo
y primario dolor sobre los cuerpos,
el aguardiente galopando a sorbos
y lo demás lo mismo: el mismo
brazo sudando a contraluz sangrienta,
el mayoral que brama entre los árboles,
los mismos ojos sin calor, la misma
temblorosa epilepsia del sudor,
los mismos exprimidos, los mismos coronados!
Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.
Soy como tú,
la misma turbulencia contra el mismo espejismo,
idéntico remanso bajo la misma noche.
Conservo el sortilegio
de estas zonas arbóreas que me cercan.
Tengo la risa ronca
y estas anchas tristezas.
De piel morena, oscura,
pisando en el calor exasperado.