Canto verbal de María Eugenia Vaz Ferreira

A ti, palabra mi suprema dea,
tiende sus alas la esperanza mía
águila errante del desierto humano
sin altas cumbres donde reposar
el tedio de las rutas infinitas…
Tiende sus alas como a excelsa fuente
pródiga de belleza y de armonía;
quiere beber en tu copa de oro,
quiere bañarse en el agua sonante,
mudable en sus ritmos, diversa en sus glosas
y cuyo oleaje ya
sacudido por vértigos fecundos
o melodioso de serenidad…
A ti, palabra que tienes la magia
de sabiamente transmutar tu forma
y ajustarla a la loca trashumancia
de la maravillosa ánima viva….
Oh profunda, variante y fugaz,
que floreces en vetas luminosas
perfumadas de esencia espiritual…
Ánfora
de caudalosas perlas en murmurio,
de blancas nieves y de rojas flamas.
Ánfora
de tempestades y constelaciones,
de suaves lluvias y silbantes rachas…
Ánfora
de sonoras cadencias,
de crujiente espuma, cascabel marino,
de místicas hostias y de miel pagana…
No hay un tesoro que supere al tuyo
en abundancia de oportunas galas
para quimeras y revelaciones,
grandes historias y leyendas magnas
no hay un tesoro que supere al tuyo,
vertiginoso para la elocuencia,
inagotable para la ilusión,
lírico para el numen romancesco
y musical para el divino amor…
Por tu vocero el invisible espíritu
se glorifica en vividas ofrendas,
su lira tañen las carnales fibras
y el corazón henchido se desborda
en sublimes poemas…
Por ti
sobre el bronce triunfal de los escudos
brotaron rosas trágicas,
cuyo fragante olor de sangre noble
blasonó las estirpes y las razas.
Por ti
en las verdes pupilas de las fieras
las sombras de los ímpetus salvajes
se trocaron en. húmedas estrellas.
Por ti se abrió de muchas rocas duras
el regazo feraz
en el dulce licor de sus vertientes
se confortó la esperanza mortal.
Yo no sé en qué fantástica materia
al escultor de la progenie humana
le plugo modelar la estatua mía,
que no ablanda la luz de las auroras
ni el oscuro crepúsculo marchita;
pero si alguna vez mi corazón
abre a la vida su raudal interno,
sí se doran mis áridas llanuras
y se pueblan de esquifes mis océanos,
si se viste de estelas fulgurantes
la. nebulosa noche de mis piélagos
y las alas sin sol de mis pendones
en raudas ondas flotan a los vientos,
si gorjean mis pájaros será
cuando en la entraña de un sacro silencio
sobre la losa de mi tumba viva
choque su llama tu rayo de fuego.

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