Amada, en las palabras que te escribo
quisiera que encontraras el color
de este pálido cielo pensativo
que estoy mirando, al recordar tu amor.
Que sintieras que ya julio se acerca
-el oro está naciendo de la mies-,
y escucharas zumbar ]a mosca terca
que oigo volar en el calor del mes…
Y pensaras: «¡Qué año tan ardiente!»,
«¡Cuánto sol en las bardas!»… y, quizás,
que un suspiro cerrara blandamente
tus ojos… nada más… ¿Para que más?
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