Cómo el dolor me abre el deseo.
Tenderme a la vera de tu cuerpo
sospechando las ansias,
los temblores,
ornar con flores robadas
el puente de nuestro aliento
intercambiando besos,
trozos de tiempo.
El sol se nos metió en los dedos
haciendo borbotar
el caldo del encuentro.
Al instante le crece permanencia.
Tu latido dialoga con mi pena
que sin nosotros notarlo
se ha disuelto.
Todo sucumbe al punto, sin embargo,
y vuelvo a ser
una cifra cualquiera en un cuaderno.
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