Cuando los Dioses nos retiran el habla,
soplo por el cual el alma canta y da
calor y neuma -todo soplo de vida-,
el ánima, empalidece y calla.
Como podría ser en su mudez
la roca, y preparar encuentros
con la luz de nuevos Dioses? o
la luz tocar a diana, para ‘repatriándonos’,
entrambos, despejar horizontes
y abrirnos al pétalo cerrado
que florece, como afirmaba Ekardth,
sin por qué?… La misma habla,
su naturaleza, muta y la cizaña
sembrada en nuestros huertos,
pone cerrojos a la espera.
Empero, como Constantino
frente a la adversidad, debo mirar
caer los muros sin desertar las armas.
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