Condenado a muerte crece el día.
Abre los anillos con temblor de vena.
De las alturas a la raíz de la tierra
Se desprende el arroyo infinito del canto.
Sobre los insectos distiende los óboes.
Sobre el alba derrama mercurio.
Hilos de arpa expatriados estallan.
Tanzas de viola se enrollan al cuello.
Hacia el cielo desnudo se levanta vaho.
Lleva en el aliento vicio de gérmenes.
Del eterno estallido caen las esferas
A punto para chocar, para chascar.
Los anillos del día se esparcen en el espacio.
Esperan posadas las argollas de la muerte.
El arroyo infinito del canto
Todo lo envuelve, lo deshace todo.
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