Para tus ojos
quisiera yo beber el agua dulce azogue,
y amanecer cubierta de polvos de metales
como una joven faraona muerta.
Robarle su color a los almendros,
y hundiéndome en el lodo feroz de los pantanos
lustrar mi desnudez
para tus ojos.
Recuperar la luz de las espadas
y hacerla batallar en mis pupilas.
Tornarme espléndida
como una esclava etrusca cuya cabeza calva
perturba el sueño de los mercaderes,
como iracunda araña al sol del mediodía,
como la dentadura feroz de los guerreros,
como el líquido
despertar matutino de las dianas.
(Pero todo esto no es sino literatura
y debo resignarme a sonreírte
sin existir, quizá para tus ojos).
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