El grifo mal cerrado es un ejemplo
de vigilia sin fisura.
Certifica el tambor del fregadero
con puntualidad repetitiva.
Ya no reloj de arena: clepsidra;
estalactita derritiéndose, gotera,
abrasión por la que huye
el espíritu del hielo.
Las doce campanadas
aguardan a merced de la desidia.
Bastaría un apretón de llaves,
un sigiloso girar de icosaedros
para abandonarse a la cama
sin estigmas auditivos.
Ya procederá de madrugada
la mano diligente, el piscador sonámbulo
que siega clamores volátiles.
Ya olvidaré el aguacero de abalorios
cuando la siesta sea peldaño de mutismo
en la verticalidad de la jornada.
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