No los dejes que entren que respiren
que se levanten al aire de tu paso
que ocupen tu lugar
no los dejes voltear a esa ventana
hacia esos ojos que miraron lejos
hacia la sombra por no tener sombra
hacia esa nube que cayó sin ruido
queriendo el temporal.
No, no te dejes herir
armate de aire
no les des emoción para tu noche larga
no los dejes salir al sol con tu amuleto
si se refugia en la canción ajena
si la traición traiciona la memoria
si se sumerge abajo de tus alas.
No, no los dejes comer de tu alimento
no los dejes beber.
Levanta vuelo contra las tormentas
como un abrazo entre dos cordilleras
que tienen de valor lo que otras manos antes
lo que un espejo frente a tanto sueño.
No, no te dejes herir
armate de aire
no lo dejes comer de tu cuchillo
no le des el umbral hasta que pueda ver
adonde miras
hasta que cante al polvo de este viento
a ese caballo oscuro de tus ojos
a esa silueta adentro de su rabia.
No, no te dejes herir
armate de aire.
No, no dejes que ocupen tu lugar
armate de aire, armate de aire, armate
corazón.
Corazón de José Antonio Cedrón
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