Tumbado en una suite de lujo:
Hermoso, delicado, con la piel canela
y el negro cabello en amado desorden,
lentamente desnudo en entresueño
giras, y se curvan los brazos
y las piernas muy largas conformas…
A tu lado, con el índice solo
de la mano derecha, recorro yo tu espalda,
sobrevuelo las ingles, apenas me demoro
en una oreja, vuelvo a tus tobillos leves,
y miro como giras, curvas los brazos,
conformas a mi deseo tuyo las piernas…
Me digo, a veces, que nada más querría.
Que tu impecable desnudo me
bastase, imposible precioso, dulce sometido.
Querría en ti, Miguel, que la carne
muriese para siempre, su grito infame,
y eternamente a una vida con límites
correspondiese este tocable amor, diré,
hecho de límites sin límite…
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