Este hombre y esa mujer se conocieron cierto día
Sin duda el hombre sonrió a la mujer
sin duda le trajo flores
sin duda llegó a conocer su olor entre mil
y hasta a olfatear su ropa interior
su brassiére sus pantalones
tirados sobre la cama
Años después ella pasa con un gordo contoneo
envuelta en pieles emplumadas
Su perfume es el mismo barato y dulce
lo mismo ondula su grupa de sanguijuela encantadora
tiene en cambio los ojos turbios
como dos cuentas desteñidas de porcelana
El parece un hombre serio y sobrio
con su cuentica en el Banco y su “curriculum vitae”
no hay duda de que ha sabido ubicarse en el proceso
la mira la examina de una manera abstracta
como si examinara
una cosa vieja oxidada
a la brillante luz del sol
Parpadeando estúpidamente desde un lapso de olvido
y sombra y grasa…
Tiresias ciego adivino de mamas arrugadas
Todos somos él
-o algo parecido al menos-.