Crepúsculo: de José Domingo Gómez Rojas

I

Frívolos madrigales de las sutiles rosas
ritman en los jardines las musas de belleza
y comulga en los ritos del alma de las cosas
como una ofrenda triste mi llanto: voz que reza.
En las gamas exóticas de la tarde doliente
finge la luz un iris -raro florecimiento
crepuscular-. Y pasa rozándome la frente
el murciélago sombra en las alas del viento…
La sombra ya penumbra la arena de las sendas,
perfúmanse de rosas los líricos jardines
y reinan en las pantas fabulosas leyendas.
Los nocturnos de seda de ignorados violines.
¡Crepúsculo de ensueño y evocación de amadas!…
La tarde con mi espíritu la comunión empieza
y al final, como epílogo de oraciones rezadas,
dominará en mí la sombra, la noche, la tristeza

Noche:

II

Como una enorme sierpe sus escamas de plata
desenrosca la noche; como raras pupilas
de luz, en los azules, su estelación desata
el infinito… El viento va girando las lilas
¡El recuerdo una amada que se fue…!
Y en la fría
nostalgia -voz de tumba- un suspiro que se arranca
en las alas sutiles de la melancolía
que empuja los lirismos de una tristeza blanca…
¡El recuerdo: unos labios mortales…! se deshoja,
perfumando de rosas, un rosal florecido…
¡Unos labios mortales y una rosa muy roja
pusieron en mi carne besos de amor y olvido…!

III

Despiertan los aromas nocturnos… (Los enanos
juegan con princesitas en sus reinos)…(Las rondas
de sátiros y ninfas tomadas de las manos
fraternizan -mintiendo- en las sagradas frondas)

IV

La luna mis ensueños, romántica, ilumina.
Las rosas a la luna protestan sus querellas,
y un paisaje interior se disfumina
en florecimiento de mágica estrella.

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