Está desde siempre. Antes que la casa fuese siquiera un pensa-
miento. Ha crecido desmadejada y aérea, nutriéndose de linfas sub-
terráneas. Como una madre vegetal, una madre joven, sibilina, fecunda,
ampara el gorjeo sexual de los gorriones en un rincón del patio y
atestigua los encuentros de la señora y los gatos. Por la noche es un
manchón de ceniza contra la barda y sus frutos carbones que se
encienden por dentro. (Los niños trozan con los dientes el fruto que
les muestra su entraña rosácea, húmeda, y giran en torno al tronco
mientras meten sus lenguas en la pulpa desgarrada.) Por la mañana
la higuera se baña con el sol de tu deseo.
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