Cuando cierro los ojos yo sé que me quisiste.
Hasta mi sombra llegan tus ondeadas pestañas.
Vienes en un temblor maravillado y triste
y sin mirar mi muerte ríes y me acompañas.
Yo besaré las rosas que perfuman los muros
de mi casa tranquila. Sorberé la belleza
de vetustas ciudades en horizontes puros.
¡Seré como un panal que llora su tristeza!
Antes de que vinieras era el mundo un sollozo;
en sus redes de plomo me envolvió el sufrimiento.
Iba por los senderos sin hallar el reposo
cuando te acercaste besándome en el viento.
La gracia de tu cuerpo, tu hermosa cabellera
viven en mí: los besa mi sangre agradecida.
Algo tuyo hasta Dios iría si muriera.
Mirándome a los ojos has honrado mi vida.
Yo sé que me quisiste. Aunque Saturno tienda
sus redes sobre el mundo no besará el latido
que abrió mi corazón cuando vino tu senda.
¡Toda la eternidad estaré conmovido!